lunes, 26 de junio de 2017

FUEGO EN EL PARAÍSO: EL CERCO A DOÑANA.







  Arden las inmediaciones de Doñana, los restos del Paraíso Terrenal. Arde Portugal y arde la península ibérica cada verano en incendios habitual o frecuentemente provocados por manos negligentes o por manos que se ocultan en la oscuridad. Arde el medio natural, el planeta, la casa común que compartimos con los demás seres vivos y aquellos que, aun careciendo de vida, lo hermosean y contribuyen a su belleza amenazada. Llora Argantonio sobre las cenizas calcinadas del reino de la plata y gimen los tartesios por la destrucción del imperio que diera cobijo a Gárgoris y Abidis. Las ciervas saltadoras, los corceles briosos, lon medrosos linces, las aves todas andan desconcertadas y corren despavoridas de un lugar a otro, presas de espanto.
   
El científico británico Stephen Hawking acaba de hacer públicas unas declaraciones en las que viene a afirmar que, si la especie humana quiere perpetuarse, habrá de salir al espacio en busca de otros planetas en donde sea posible la vida. Pareciera que la batalla que hubiéramos de dar por éste se da por perdida, aunque en parte sea porque la población mundial sigue aumentando y el planeta, así como los recursos del mismo, dan señales de agotamiento. 
   El presidente norteamericano, Donald Trump, ha sacado a su país de los Acuerdos de París para evitar el cambio climático, negando sus consecuencias y alegando que son demasiado costosos para el crecimiento económico de los Estados Unidos. No entiende que nos encaminamos hacia el precipicio y que por este camino no habrá futuro para nadie, ni mucho menos crecimiento económico, que de poco serviría en un planeta agónico y a la deriva de sí mismo. No estamos ante un problema inventado o de ciencia ficción. Las reservas de agua del planeta son cada vez más escasas, se derriten los hielos y los glaciares polares, sube el nivel del mar, contaminados los ríos y los mares, así como las tierras de cultivo, aumentan las enfermedades graves y aparecen otras desconocidas que provocan una enorme mortandad entre todos los seres vivos del planeta, entre los que nos encontramos. Se suceden las catástrofes: huracanes, diluvios, terremotos, sequías y aumento de la temperatura, disminuye la capa de ozono que nos protege de la agresividad de los rayos solares, crece la desertización del planeta auspiciada por la mano del hombre y por los fenómenos meteorológicos...
    No sólo la demencia está detrás de los incendios que hacen de la península una pira donde los vientos avivan la combustión de los bosques y exparcen las cenizas. Hay oscuros intereses económicos y materiales, ambiciones humanas y afán depredador. Mientras tanto, ciudadanos inocentes no pueden sino lamentar su impotencia y confiar en la eficacia de unos profesionales que con limitados medios dan la batalla, exponiendo sus vidas por salvarnos de la hecatombe que nos acecha.



                                                                                          José Antonio Sáez Fernández.



miércoles, 14 de junio de 2017

CARTA A ÁNGELA REYES CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE "MUJER EN LA PENUMBRA".






Querida amiga Ángela:

   “Mujer en la penumbra” es un libro hermosísimo que me ha dejado muy gratamente impresionado. Muchas gracias por tu recuerdo y por la dedicatoria de tu libro, cuyo envío tanto te agradezco porque me ha dado la oportunidad de leer un excelente poemario, como hace tiempo que no llegaba a mis manos uno semejante. Hay en él un conjunto de poemas sobresalientes, más que brillantes, salvables sin duda, dignos de perdurar y vencer al olvido. Me gusta su defensa de la mujer, su reivindicación como persona y de su capacidad de sacrificio, su papel esencial en la familia, en la sociedad y en el mundo. Tú estás en disposición de conocer el alma femenina mejor que muchos hombres que han intentado acercarse a ella. En verdad sois las mujeres quienes disponéis de una mayor sensibilidad para conocer vuestra propia alma, tan aventajadas a nosotros como sois. De modo que quizás podría haber un mundo que pudiera prescindir de lo masculino, pero nunca, creo, de lo femenino, de vosotras. 

   Me ha parecido que estos poemas sintonizan muy bien con un tipo de poesía de ciertos países musulmanes (Afganistán), ignoro si has ido directamente a las fuentes de esos poetas o si te han llegado a través de algunas sensibilidades bien definidas de nuestra poesía femenina, como la de Clara Janés, por citar un caso. Me gusta la humildad, la sencillez, la hondura y verdad de tu mirada, su autenticidad. Nada en tus versos suena a impostura ni a impostado. En algunos aspectos, parece como si hablaras de ti misma, tal fuese el grado de identificación o similitud con tus vivencias más íntimas (salvemos las distancias). El grado de sensibilidad y de sintonía  que reflejan los poemas sólo puede nacer de la fascinación que el tema suscita en ti, de lo afectada que deja tu alma para transparentar sentimientos y emociones tan profundas como sinceras y verdaderas. Sin duda, “Mujer en la penumbra” es un libro del burka y de la mujer musulmana, pero es también un  libro feminista en la más noble acepción de la palabra, en cuanto reivindica, en sentido genérico, la dignidad de la mujer en el mundo actual.




Por otro lado me siento atrapado por la grandeza espiritual que estos personajes humildes y sacrificados, dolorosa e injustamente tratados por la sociedad y la vida, que aparecen en tus versos; aun en la sensualidad que se asoma a muchos de ellos. También entiendo que sólo se puede llegar ahí si el alma de quien escribe es tan grande como la que reflejan los temas y personajes que trasiegan por tus poemas. ¡Qué pena, Ángela, que no haya más ojos y más entendimientos que se acerquen sin prejuicios a este libro tuyo para ponderarlo como se merece!
   “En la penumbra”, sí, con humildad, grandeza y discreción, germina la esencia y el alma del mundo, las cuales deben ser necesariamente femeninas. Creo que has sido una adelantada en acercarnos a una cultura, a una manera de ver el mundo que nos suele pasar inadvertida, en buena parte, por razones que pueden escapárseme: quizás, la lejanía ideológica y física, también cultural, claro; pero que no hace tanto tiempo formaba parte de nuestras vivencias cercanas. Más alejada, pues, de las nuevas generaciones que de la nuestra.
   Te deseo toda suerte de parabienes y satisfacciones con esta dignísima “Mujer en la penumbra”, libro que sin duda te honra y que nos honra a quienes admiramos tu obra y disfrutamos de tu amistad por tantos años.Un acierto su publicación por parte de la editorial Huerga y Fierro. Con mis mejores deseos de salud y bienestar para ti y los tuyos, recibe el más sincero y estrecho abrazo de:


                                                                                            José Antonio Sáez Fernández.


jueves, 8 de junio de 2017

"LOS POEMAS DE HORACIO E. CLUCK", DE LUIS MIGUEL RABANAL.









   “Los poemas de Horacio E. Cluck” es el título del último libro de Luis Miguel Rabanal (Riello, León, 1957), publicado por la editorial madrileña Huerga y Fierro. Horacio E. Cluck no parece sino un alter ego del propio poeta; es por tanto un heterónimo, a la manera que el vate portugués Fernando Pessoa utilizaba otros como los de Ricardo Reis o Álvaro de Campos. Quizás los heterónimos abran posibilidades a la escritura de un autor y permitan decir, con otras técnicas, voces y formas, lo que no parece propio del autor "primigenio", cuando en realidad, detrás de todos ellos no se encuentra sino la misma persona, desdoblada en distintas voces. El concepto de heterónimo abarca mucho más que el de seudónimo, pues en realidad supone un desdoblamiento de la conciencia del autor, el otro yo. Otras veces, sólo consiste en una técnica más de escritura, como la del "manuscrito hallado", por ejemplo.



   Luis Miguel Rabanal ha escrito un excelente libro de poemas en los que mezcla el verso con los poemas en prosa y, comúnmente, en muchos casos utiliza técnicas más propias de la narrativa que de la lírica; por ejemplo, en lo que se refiere al flujo de conciencia o al monólogo interior; el cual fue llevado magistralmente al verso por Luis Rosales en “La casa encendida”. En sus textos se produce un cambio continuo en la alteridad en el uso de las personas gramaticales, desde la 1ª a la 2ª, pasando por la 3ª, y ello en el mismo poema. No podemos decir con exactitud que los textos de este libro sean poemas narratológicos en sentido estricto, pues lo que se dice contar historias no se suelen contar en ellos, stricto sensu. Más bien son impresiones, llamaradas líricas, punzadas y aguijonazos líricos lo que suele ofrecernos en una escritura más bien fragmentaria, quebrada, significativa y formalmente rota, pero que transmite eficazmente las emociones que interesa transmitir al poeta. Cierto vuelo surrealista hay pues aquí, aunque quizás sea cierto barniz no determinante, porque la palabra y la imagen se han depurado con una eficacia y una precisión poco frecuentes.



   “Los poemas de Horacio E. Cluck” utilizan con cierta asiduidad técnicas literarias que han pasado de la narrativa a la poesía, especialmente desde que fueran introducidas en la década de los 60 en la novela española por escritores como Luis Martín Santos en "Tiempo de silencio" o por Miguel Delibes en "Cinco horas con Mario".  El monólogo interior o el flujo de conciencia son recursos arriesgados pero que dotan de modernidad, actualidad e idoneidad al poema. Siendo textos reflexivos y memorialísticos, en cuanto que se nutren de ideas y pensamientos a veces obsesivos, en ellos el discurso del poeta va siendo liberado, se deja fluir en un ejercicio voluntarioso y hasta cierto punto psicoanalítico, que puede resultar extenuante para el poeta. La condición de la estructura fragmentaria de los textos mucho tiene que ver con el estado emocional y hasta físico del autor. En este sentido cabe apuntar la abrumadora fuerza con que el sentimiento erótico apunta en los poemas, dotándolos de imágenes de una energía irreprimible y cautivadora, constructiva y destructiva a la par. Una especie de lucha entre eros y tánatos, entre el amor y la autodestrucción. En esa ambivalencia se debate el autor de estos textos, casi siempre desgarradores, pero en los que también hay lugar para la ternura, la delicadeza, los recuerdos de la infancia o el amor.



   Depuración de elementos lingüísticos, por un lado, y construcción personal de imágenes audaces, junto con la brutal carga emotiva que el poemario conlleva, hacen de este libro una obra realmente especial en el panorama de la actual poesía española. Un poemario que no rinde cortesía a otras corrientes en boga, sino que transita por caminos personalísimos de exigencia y rigor. Excelente el prólogo de Andrés González, muy atinado y certero. No siempre un prólogo contribuye a la brillantez de una obra pero, en este caso, lo consigue.








                                                                               José Antonio Sáez Fernández.