domingo, 29 de abril de 2012

La segunda época de la revista "Batarro": Diego Granados (XVII).


   En el año 2000 Diego Granados, fundador de la revista "Batarro" con el catedrático de Literatura y director del instituto de enseñanza media de Albox don Martín García Ramos, había cumplido 85 años. En la década de los 70 del pasado siglo había mantenido una asombrosa actividad cultural en su pueblo natal a través de instituciones como el Seminario de la Cultura, el Centro de Estudios del Almanzora, el grupo literario y la revista "Batarro", con un amplio abanico de publicaciones. Entre esas actividades destacó el I Congreso de Escritores Andaluces, celebrado en Albox (Almería) entre los días 26 y 29 de agosto de 1976, donde asistieron poetas representantes de todas y cada una de las provincias andaluzas en los años de la recién iniciada transición democrática en nuestro país.
   Diego Granados fue además autor de una notable obra literaria en los géneros poético y narrativo, siendo sus títulos más representativos, en poesía: Romanza en ocre (1980), Ocho sonetos (1985), Poemas de la noche (1989), Poemas del Homenaje (1992), Del sentimiento trágico de Andalucía (1998), Crepúsculo del hombre (1998) y Sesenta y un sonetos (2002); así como, en narrativa: Análisis de una tragedia (1974), Un alma de Dios (1980), Corte de manga. Soliloquio (1991), El tributo del héroe y otros cuentos (1995) y El envés y la trama (1997). 

(Diego Granados, caricatura de José Rivas)

 Superviviente de mil batallas, luchador que había demostrado sobradamente un inquebrantable amor a la literatura, Diego Granados merecía un homenaje de sus compañeros de "Batarro". En sus últimos años de vida tuvo la fortuna de que sus esfuerzos culturales se vieran reconocidos y obtuvo así el premio "Bahía-Poesía del Sur", que le otorgó la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar (Algeciras, Cádiz); el del Excmo. Ayuntamiento de Albox, que le dedicó una calle con su nombre y le otorgó el escudo de la villa; el de la revista "La Palabra y el Hombre", de la Universidad de Xalapa (Veracruz, México), que publicó una atología en su honor con el título de El crepúsculo del hombre (1998), la Bandera de Andalucía y el Diploma acreditativo al grupo "Batarro" por parte de la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía en Almería,y otros más.
  Era de justicia que sus compañeros de redacción y en el grupo literario dedicaran el volumen correspondiente a los números 32-33-34 del año 2000 al fundador de una de las publicación literarias periódicas más importantes de la provincia de Almería y de la Comunidad Autónoma Andaluza, de indiscutible resonancia nacional e internacional. Aquel gozoso fruto se llamó El aliento del agua (Vida y literatura en Diego Granados), cuya edición me cupo el honor de coordinar con el compañero de redacción Jerónimo López. Yo escribí la extensa justificación del mismo que, con el título de "El señor de su espíritu", íntrodujo este volumen de la revista que alcanzó las 257 páginas. Allí quise dejar constancia de la originalidad de su obra, de su insobornable independencia y de su inquebrantable amor a la literatura. La portada fue un collage del escritor malagueño Francisco Peralto y las ilustraciones interiores se deben al escultor y artista de Macael (Almería) Eduardo Cruz, regresado de Estados Unidos y recuperado para la cultura almeriense.


(El Grupo Literario "Batarro" en 1998, con el alcalde de Albox Francisco Granero y los profesores de la UIB Diego Sabiote y María Payeras Grau, en la celebráción del vigésimo quinto aniversario de la fundación de "Batarro").

    Bajo el nombre de "poemas y relatos" incluimos una muestra de su obra en verso y prosa: poemas breves, el relato "Por vos vivo y por vos muero" y el artículo periodístico "Cantando, alegre en la popa", fruto de sus frecuentes colaboraciones en la prensa provincial. Tras ella viene la entrevista de Pedro M. Domene titulada "Diego Granados, paisaje espiritual, realidad viva", una de las mejores que se le realizaran y de que tengamos constancia, apenas dos años antes de su fallecimiento. Un "Homenaje poético" en el que intervienen 50 escritores, entre los que se encuentran significados nombres de la poesía española del momento, como Alfonso Canales, Santiago Castelo, Domingo F. Failde, Miguel Florián, Manuel Gahete, Ángel García López, Ángel Guinda, Leopoldo de Luis, José Lupiáñez, Andrés Mirón, Manuel Moya, Carlos Murciano, Ana María Navales, Domingo Nicolás y un largo etcétera son muestra de ello.
   Tras él incluímos el álbum fotográfico, ensayos críticos y semblanzas, con trabajos de 13 escritores entre los que figuran: Juan José Ceba, Juan Delgado López, Antonio Enrique, Bartolomé Marín, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Alberto Torés o Fernando de Villena. Como "Ensayos de homenaje", dimos a conocer otros siete ensayos de escritores, tales como el mejicano Fredo Arias de la Canal, el premio Nadal José Asenjo Sedano o el escritor de Coria del Río Daniel Pineda Novo; así como de algunos de renombrados profesores de la Universidad de Baleares (Palma de Mallorca): Perfecto Andrés Cuadrado, Miguel Seguí Aznar o María Payeras Grau.

(José A. Sáez, Pedro Felipe S. Granados, Diego Granados, Jerónimo López y Pedro M. Domene en el patio de la casa de Diego y Remedios)

    Dedicamos, igualmente, un apartado a la narrativa breve, con relatos de Esther Bartolomé-Pons, Julio Alfredo Egea, Manuel Fernández Mota, Carlos Meneses, Antonio Molina Flores, Carlos Muñiz Romero y José Luis Zerón Huguet. Yo preparé una introducción al "I Congreso de Escritores Andaluces" de Albox para el que incluí una selección de textos y cartas de importantes escritores: el llamado "Pregón para andaluces (Convocatoria)", redactado por Diego Granados con tal motivo, así como las conclusiones del congreso, textos a los que añadí adhesiones y cartas de los escritores Manuel Andújar, regresado del exilio, Fernando Arrabal, exiliado en Francia, el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, el periodista Antonio Burgos, los poetas José Luis Cano, Félix Grande, Rafael Guillén, José Jurado Morales y Leopoldo de Luis; a quienes se unieron Carlos Muñiz Romero, José María Pemán, Fernando Quiñones y Manuel Ríos Ruiz.
   Concluyó esta entrega de "Batarro" con una bibliografía esencial de y sobre el autor.

Unos poemas de Diego Grandos incluidos en El aliento del agua (2000), homenaje que le tributó la revista que él fundara, al cumplir 85 años:

PALOMA.                                                                 PESADILLA.

La ingenuidad se hizo Carne                                        Cuántas veces
y habitó en la esperada                                                la razón, perdida
redención universal de la Poesía,                                  por el dédalo onírico
y su albura ha de volar sobre nosotros                          en que vive, apresado, el subconsciente,
llena de Luz y de Pureza.                                            doblada su soberbia,
                                                                                 ha temblado, infantil, ante el callado
                                                                                 pájaro del miedo.

AMOR.                                                                      

Como Ashasverus, detenido                                        ANTROPUS.
al borde de la sima de lo eterno                                 
he visto despeñarse                                                      Ha de haber algo, en algún sitio:
los valores absolutos de la vida.                                    -buscad en Java- algo,
Sólo tú,                                                                       un vestigio, quizá un fósil que descubra
ábaco de mi espíritu,                                                    cuándo y de qué modo
despreciada la razón                                                    dejó el ser natural de ser ser
y olvidado, en mi rincón, el pensamiento                        para verse convertido en ordenada
podrás un día                                                               pieza social.
resolver el insondable
problema de mí que en mí vive.
                                                                                                           Diego Granados.



sábado, 21 de abril de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (XVI). Con Julio Alfredo Egea.


Se tituló Con la raíz más alta que la rama (En torno a Julio Alfredo Egea) y constituye el volumen que comprendió los números 29-30-31 de nuestra revista en el año 1999. La edición fue de Pedro M. Domene y me cupo el honor de prologarla por expreso deseo del escritor homenajeado. En aquella ocasión quise resaltar que el nombre del poeta de Chirivel venía a significar "la aportación más sólida y consistente de la poesía almeriense a la lírica española de esta segunda mitad de siglo". Ubiqué su obra poética en las coordenadas de la generación del 50 o "del medio siglo", también llamada "de los niños de la guerra" (Julio Alfredo Egea nació en 1926, por lo que tenía 10 años cuando estalló la guerra civil española). Para ello me pareció oportuno apoyar mi postura en reputadas opiniones de críticos literarios como Carlos Bousoño y Víctor García de la Concha; o en los más certeros prologuistas de su obra, tales fueron Arturo Medina o Juan José Ceba. En esta ocasión las ilustraciones y fotografías fueron de Julio Egea, hijo del poeta, así como de Enrique Durán y Emilio Carrión Fos. El volumen se aproxima a las 200 páginas.


 Quisimos, en estos números monográficos de homenaje a relevantes figuras de nuestras letras, dar a conocer algunos textos inéditos del homenajeado. Y así, bajo el título genérico de Poemas del camino, incluimos siete poemas hasta entonces inéditos de Julio Alfredo Egea, una breve muestra de su poesía última y de su poesía de siempre. El humanismo, la familia, la memoria, el paisaje y la naturaleza, la solidaridad, el desamparo, la fragilidad y la ternura, la fe religiosa, Dios, la vida y la muerte, la deshumanización de la sociedad, la "intrahistoria" y la historia de España, el amor y la amistad... Todo un caudal de riqueza humano-poética a la que el lector puede asomarse cuando lo desee y que nos ha sido legado por un escritor de indiscutible talento, en una continuada y generosa entrega, en un proceso de vaciamiento y desposesión hacia los demás.
   La entrevista "Julio Alfredo Egea, memoria poética", realizada por Pedro M. Domene, traza el perfil de las constantes de su obra, tanto en verso como en prosa, y desciende a la visión personal de las claves de la misma bajo la óptica del propio poeta, siempre envuelta en un aliento de sinceridad, hondura y bonhomía que caracteriza al escritor de Chirivel, su ser y estar en el mundo, el respirar de su herida, sus latidos... En este caso, la talla del poeta está a la altura del hombre y viceversa.

     Seguía a las declaraciones del escritor almeriense el apartado "Prosa I. Semblanzas", en el que incluimos visiones del hombre y del poeta en las firmas de Manuel Barreto Nunes, Odón Betanzos Palacios, Juan José Ceba, Aquilino Duque, Antonio Enrique, Pedro Felipe S. Granados, Juana de Ibarbourou, Francisco Izquierdo, Jacinto López Gorgé, Carlos Muñiz Romero, Domingo Nicolás, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Ana María Romero Yebra y Fernando de Villena.


(Jerónimo López, Julio Alfredo Egea, Pedro M. Domene, Pedro Felipe. S. Granados y José Antonio Sáez en Chirivel).



Una carta de la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou a Julio Alfredo Egea, incluída en esta entrega de homenaje que la revista "Batarro" brindó al gran poeta almeriense:
  
                                                                          Montevideo, Agosto 1964


                                                  A Julio Alfredo Egea
                                                                      España.


   Mi eminente amigo: le ruego disculpe su bondad de poeta, la tardanza en acusar recibo de su hermoso libro <<Museo>> y <<La Calle>>. A veces tardo mucho en enterarme de mi correspondencia por falta de tiempo y de salud. Lentamente voy tomando libros o cartas de un cofre donde se va poniendo el correo diario -acostumbrada desdichadamente a que es poco lo bueno que se edita- y así me encontré con la sorpresa feliz de su libro. Su <<mano tejedora>> ha escrito muchos de los mejores poemas de la nueva España. Por fortuna <<Dios que preside y ordena>> lo ha librado de caer en el desconcierto, confusión, <<borrón frailuno>> o circense de los poetas nuevaoleros que serán barridos por el tiempo -y  no a largo plazo- pues la poesía como todo lo que existe, necesita de la armonía que es orden universal y del equilibrio que mantiene firme toda lectura. En su poesía existe esto además del tinte moderno en buena proporción adoptada, para estar a tono con su época. <<Maldito sea el tambor y la trompeta que no saben decir la primavera>>, y sean benditos los que no olvidan a Dios y sus creaciones, en el concierto del universo; los que no desentonan en él, sostenidos por la belleza triple de la forma, el pensamiento y la sensibilidad. Los verdaderos artistas. Vd. es de ellos, y toda su modernidad, fiel a los vivos y a los muertos.
   Con admiración, lo saluda su amiga afma.,

                                                                                           Juana de Ibarbourou.


Un completo álbum fotográfico sobre la trayectoria vital, familiar, literaria y amical del escritor puede contemplarse a continuación; fotografías en las que podemos ver al poeta con sólo cuatro años o acompañado de Patricia, su esposa, y los hijos de ambos; al igual que con otros poetas como Elena Martín Vivaldi, Rafael Guillén, Domingo Nicolás, Juan José Ceba, Ana María Romero Yebra, José Carlos Gallardo, Joaquín Márquez, Ángel García López, Félix Grande, Antonio Carvajal, Francisco Izquierdo o el fotógrafo Carlos Pérez Siquier; así como los componentes del grupo literario de la revista "Batarro".
   Seguidamente, el lector tropieza con una nueva sección titulada "Prosa II. Comentarios críticos", en la que se abordan muy diversos aspectos sobre la obra en verso y en prosa del autor de Los asombros. Esos textos van firmados por José Asenjo Sedano, Miguel Ángel Blanco, Joaquín Caro Romero, Francisco Creis Córdoba, Antonio Garrido Moraga (univesidad de Málaga), Luis Jiménez Martos, Francisco Lucio, José María Molina Caballero, Carlos Murciano, Ángel L. Prieto de Paula (universidad de Alicante), Pilar Quirosa-Cheyrouze y Ramón Reig.

(José Hierro, J. Benito de Lucas, Enrique Durán, J.A. Egea, Domingo Nicolás y J. Asenjo Sedano, en Cabo de Gata, Almería, 1999)


  El homenaje poético de los poetas amigos que quisieron sumarse en esta ocasión para honrar al escritor de Chirivel está compuesto por un conjunto de textos firmados por Esther Bartolomé-Pons, Joaquín Benito de Lucas, José Espada, Diego Granados, Domingo F. Failde, Ángel García López, Rafael Guillén, Luis López Anglada, José Lupiáñez, Joaquín Márquez, Antonio Molina Flores, Enrique Morón, Antonio Murciano, Carlos Murciano, Domingo Nicolás, Ana María Romero Yebra, Diego Sabiote y José Antonio Sáez.
   La Tabla Cronológica y una extensa Bibliografía ponen fin a esta entrega de nuestra revista que quiso dejar testimonio de nuestra admiración hacia el primero de los poetas almerienses de esta hora.





   Un poema de Julio Alfredo Egea publicado en Con la raíz más alta que la rama, número 29-30-31 de "Batarro", correspondiente al año 1999:


 ESTIRPE.


Bajo el árbol más viejo que resistió a las hachas
me siento, donde estuvo
un latido remoto de mi sangre en descanso.

Acaricio la reja de un arado romano
perdida en el cambiante sudor de los barbechos.

Bajo la sombra breve, nazarí, de un alero
me cobijo y bendigo                                                                         
las limosmas del agua.

Nunca podrán quitarme el puñado de espigas
que en el alma me crece.

Necesito estar cerca del vellón y el enjambre
y de la renovada música de las flores.

Y cito en la montaña a mis gentes perdidas,
colecciono en mis manos los tactos de las suyas,
renueva mi mejilla el curso de sus lágrimas,
veo rizarse sus risas en la nube que pasa.

Me conoce la tierra, me saluda la lluvia.
Eterno me he sentido en la luz de mi estirpe.

   
                          Julio Alfredo Egea. 




(Julio Alfredo Egea, José Antonio Sáez, Jerónimo López y Antonio Enrique)

viernes, 6 de abril de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (XV).



 
1998 fue un año de conmemoración de diversos centenarios. De este modo se celebraba el de la Generación del 98, así como el de los nacimientos de Federico García Lorca, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso. La revista "Batarro" quiso sumarse a estas efemérides tan del gusto editorial y del márketing literario, por lo que dedicamos el volumen correspondiente a los núms. 26-27-28 al objetivo de honrar la memoria y la obra de unos escritores y de una etapa de nuestra historia literaria a la que José Carlos Mainer calificó como "edad de plata". Pero se daba la circunstancia de que, como valor añadido, la revista del Valle del Almanzora celebraba su vigésimo quinto aniversario: 25 años desde su nacimiento allá por el año 1973 en que nacía como un vagido, como un leve molinillo que el aire empuja. A la constancia, a la firme voluntad de perseverar, frente al esfuerzo y frente al desánimo, "Batarro" había permanecido viva a pesar de todos los pesares. Entendíamos que nuestra labor cultural significaba un serio compromiso contraído con la sociedad almeriense y de ahí la responsabilidad que sentíamos. Extraigo de la presentación del volumen estas líneas:

   "Hemos sido conscientes en todo momento de nuestro compromiso con la sociedad y el tiempo que nos ha tocado en suerte, así como de nuestra responsabilidad cultural y no hemos concebido nuestra tarea sino como un servicio a esa comunidad de la que formamos parte, aunque no ignoremos que ésta pueda desconocer en buena medida nuestro ilusionado empeño por mantener viva la antorcha que enarbolamos desde esta comarca almeriense que es la cuenca del río Almanzora".


(Ilustración de Rafael Pérez Estrada).


   Una excelente ilustración del escritor malagueño Rafael Pérez Estada, titulada "Nostalgia de Federico García Lorca", iniciaba el rico y variado elenco de colaboraciones de este número que al menos para mí, resultó muy gratificante. La portada volvía a ser un estupendo collage de otro malagueño: Francisco Peralto, a quien podíamos considerar por méritos propios como un miembro honorario de "Batarro". Publicamos, igualmente, varios diseños de obras pertenecientes al escultor de Macael (Almería), Eduardo Cruz, regresado de EEUU. De la alta calidad literaria de las firmas y trabajos que integran esta entrega dan cuenta textos ensayísticos como "<<La solitaria rosa de tu aliento>> (En torno a los Sonetos del amor oscuro)", de Juan José Ceba; "Bodas de sangre y el <<Crímen de Níjar>>", de Manuel Cifo González, autor de una conocida edición didáctica del clásico lorquiano; "Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso en sus primeros pasos", del catedrático de Literatura Española de la Universidad de Murcia Francisco Javier Díez de Revenga, uno de los mayores especialistas en la generación del 27; así como "El surrealismo de don Perlimplín (Reflexiones sobre un singular personaje dramático", del también catedrático de la Universidad de Murcia César Oliva, reconocido como uno de nuestros mejores especialistas en el género dramático.




   Seguía a este ciclo de ensayos un breve homenaje poético integrado por textos del poeta leonés, prematuramente fallecido, Antonio González-Guerrero dirgido a Vicente Aleixandre; tres poemas de Diego Granados dedicados a Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán; Daniel Pineda Novo (a F. García Lorca); Francisco Peralto (a V. Aleixandre) y José Antonio Sáez (a Dámaso Alonso). Tras él publicamos una selección de cartas inéditas de Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso dirigidas al poeta jerezano Juan Ruiz Peña, cedidas desinteresadamente por su hija Carmen Ruiz Barrionuevo (la de V.A., fechada en Miraflores el 6 de agosto de 1959, contiene el poema manuscrito titulado "Perfil de Manolo", con la dedicatoria "A M. Altolaguirre, muerto el 26-7-59, en Burgos", que reproduzco aquí).


(Retrato de Dámaso Alonso)
No podíamos prescindir de una sección de creación literaria en la que incluimos dos enjundiosos relatos: "La sombra del caimán", de Manuel Moya y "Plano abatido", de Hipólito G. Navarro; así como poemas de Esther Bartolomé Pons, Aureliano Cañadas, José Carreta, Santiago Castelo, Juan Delgado López, Antonio Enrique, Manuel Fernández Mota, Inés María Guzmán, Máximo Hernández, Ana María Navales, Pilar Quirosa Cheyrouze, Diego Sabiote, Ayes Tortosa y José Luis Zerón, entre los cuales hay algunos nombres señeros de la mejor poesía española del momento.
   "Batarro" tuvo siempre presente sus raíces y el compromiso con la cultura almeriense. Por esta razón incluimos en este volumen un ensayo de Jacinto López Gorgé titulado "La obra poética de Celia Viñas y su recopilador Arturo Medina", trabajo que aporta algunos datos inéditos sobre las relaciones literarias y de amistad entre la poeta ilerdense ganada para Almería y el alicantino, director de publicaciones literarias norteafricanas en español como "Manantial" o "Ketama".

  Dos nuevos  y excelentes ensayos completan las colaboraciones de esta entrega de "Batarro". Se trata de "Reescritura e invención en las <<Canciones>> de Carlos Germán Belli", de Carmen Ruiz Barrionuevo (Universidad de Salamanca); así como "La salvación por la palabra en la poesía de González Guerrero", de José María Balcells (Universidad de León).

 Una carta y un poema manuscrito de Vicente Aleixandre sobre el fallecimiento en accidente de tráfico, en una carretera de Burgos, del poeta Manuel Altolaguirre e incluido en carta dirigida a Juan Ruiz Peña el 6 de agosto de 1959, la cual se reproduce en este número de nuestra revista:





                                                                                               Miraflores, 6 agosto 1959


                                      Sr. D. Juan Ruiz Peña
                                      Burgos.


   Querido Juan: 


   Te agradecí mucho tu telegrama y ahora tu carta en que me hablas de tu charla con Carlos Altolaguirre. Para mí la muerte de Manolo ha sido terrible. Aún no acabo de convencerme. Su última carta (de hace tres meses) estaba llena de alegría por su viaje. Yo este año estoy enfermo y todo lo resisto peor.
   Con Manolo desaparece el último de mis tres grandes amigos de antes de la guerra, mis hermanos inseparables: Miguel, Federico, Manolo. Al morírseme Manolo se me mueren otra vez los tres. Dámaso y yo nos hemos hecho muy tristes reflexiones. Dámaso es el único que me queda de todos los tiempos y nos estamos quedando solos. Rodeados de cadáveres.
   Gracias, Juan, por tus cariñosas atenciones, y un fuerte abrazo.


                                                                      Vicente.



Perfil de Manolo

                A M. Altolaguirre
                muerto el 26-7-59, en
                Burgos.


Manolito, despacio,
(Retrato de V. Aleixandre, por Zamorano)
por un perfil de Málaga sin fondo.

Un rayo el cuerpo,
aquí quieto, entre todos,
sin que nadie supiera.
Oh, qué noche en sus ojos.
Oh, qué luces delante, en la pupila,
para todos nosotros.
Luz del alba creciendo. Crece, Manolito.
Altísimo Manolo.
¿Te acuerdas? Málaga reuniéndose contigo,
mirándote a ti solo.
El puerto, la Farola, la Alcazaba.
Tú pisas silencioso
como pisando olor. Málaga viva.
Algo dulce resbala, sombra, perfil, contorno,
qué delicadamente se dibuja
todo un temblor gozoso,
una línea que late, unas fronteras.
Oh completo Manolo.
Parece que fue un ángel quien cerrara
final el claro escorzo
y lo viéramos puro recortarse
sobre su Málaga
                           sin fondo.


             Vicente Aleixandre.





lunes, 2 de abril de 2012

La segunda época de la revista "Batarro" (XIV).


En el año 1997 apostamos por la narrativa española actual y dedicamos el monográfico de la revista correspondiente a los números 23-24-25 a algunos de los mejores prosistas españoles del momento, cuyos nombres empezaban a sonar con fuerza en los círculos literarios y entre la crítica.
   Pedro M. Domene estaba llamado a coordinar esa entrega porque era el miembro del consejo de redacción de la revista y del grupo literario mejor preparado en este género, así como el que disponía de mejores contactos personales para llevar a buen puerto el objetivo que se propuso. Suya es la justificación de tal volumen que, a manera de introducción, da paso a las entrevistas con los distintos narradores y a sus textos originales, publicados e inéditos, a los cuales se une una fotografía de cada escritor. El conjunto de las entrevistas había sido publicado, en buena parte, en la prensa periódica. 
   Así pues, en el suplemento literario "Cuadernos del Sur" del Diario de Córdoba vieron la luz las de Medardo Fraile, José María Riera de Leyva, Enrique Vila Matas, Justo Navarro, José Vicente Pascual, Ignacio Martínez de Pisón y Alfredo Taján. Del mismo modo, en el suplemento "Artes y Letras" del diario Ideal de Granada aparecieron las entrevistas realizadas a Pedro Zarraluki, José Vicente Pascual y Antonio Rodríguez Jiménez. Eran inéditas o estaban en curso de publicación las realizadas a Francisco Rivero, Hipólito G. Navarro y Lorenzo Silva.

(Enrique Vila Matas)

De cada uno de los escritores mencionados se reprodujo un texto anexo a la entrevista, en su mayoría extraídos de obras ya publicadas, pero también inéditos. Así, "Episodio Nacional", de Medardo Fraile (de su libro Contraseñas, Pretextos, 1997); "Museo", de Riera de Leyva (inédito); "Extraña forma de vida", de Vila Matas, (del mismo título, Anagrama, 1997); "Hermana muerte", de Justo Navarro (del mismo título, Alfaguara, 1990); "Hotel Astoria", de Pedro Zarraluki (del mismo título, Anagrama, 1997); "Crónica de una desolación", del malogrado escritor Francisco Rivero (Ediciones B, en curso de publicación); "Campos de algodón", de José Vicente Pascual (Ediciones B, en curso de publicación); "Plaza del cielo", de Antonio Rodríguez Jiménez (Huerga y Fierro, 1996); "Carreteras secundarias", de Ignacio Martínez de Pisón (del mismo título, Anagrama, 1996); "El pasajero", de Alfredo Taján (del mismo título, Destino, 1997); "Perspectivas para una historia", de Hipólito G. Navarro (inédito); "La señal de los malparados", de Lorenzo Silva (de El ángel oculto, Destino, en curso de publicación).


(Medardo Fraile)



                             
Estos escritores se distribuyen entre las diversas promociones de la última etapa democrática de nuestro país, surgida tras la muerte de Franco, quienes "representan la literatura que analizó la problemática social en que desembocó la sociedad postfranquista y en novela se concretó entre el testimonio y la experimentación" -según palabras del coordinador de este volumen-. Como motivos para la recuperación de estos textos, se aducían en la misma introducción el de evitar el destino final de su provisionalidad para que sirvieran de testimonio de la manera de ser de la narrativa española en ese preciso momento; ya que algunas de las entrevistas periodísticas habían sido parcialmente reproducidas por exigencias de espacio y funcionalidad del medio periodístico.



(Justo Navarro)


(Ignacio Martínez de Pisón)

 Unas líneas de "La señal de los malparados", de Lorenzo Silva, publicadas en esta entrega de "Batarro":

(Lorenzo Silva)

"Leí la infortunada peripecia de Inés en los periódicos. Inés era una prostituta malagueña de veinticuatro años, drogadicta, que vivía rodeada de inmigrantes ilegales bajo el puente de Méndez Álvaro, desde que la policía los había desalojado del cercano Cerro de la Plata para que no entorpecieran el florecimiento de una nueva área comercial y la construcción de un megacine con pantalla panorámica. Había amanecido muerta en el parque de Tierno Galván, despojada de gran parte de sus ropas. Tras la primera confusión, corrió la hipótesis de que había sido asesinada por un cliente habitual, la perturbación que le había producido el que ella se negara a alguna de sus solicitudes. En la televisión habló el novio de Inés, un inmigrante gambiano. Lloraba y aseguraba que Inés era una buena chica y que los dos vivían felices bajo el puente y tenían ilusiones para el futuro, como cualquiera. Varios meses más tarde se averiguó cómo había sido exactamente la muerte de Inés: quien la había matado era su proxeneta, y lo había hecho porque ella había guardado para sí la dosis de droga que había comprado  con el dinero obtenido en la venta de una alhaja".

                                                                                                                    Lorenzo Silva.